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El fenómeno de la imaginación y lo espiritual en la cultura y la interpretación del arte actual

En este artículo nos proponemos reseñar el trabajo de tres artistas: Jannatun Nayaeem Prity, de Bangladesh; Simonas Gelminauskis, de Lithuania; y Margot Lathière de Francia, cuyas exposiciones tuvieron lugar en la Galería Muisca durante los últimos meses del año pasado. Aun cuando las obras expuestas tienen perspectivas diferentes, hay algunos elementos que, proyectados más allá de su expresión formal o material, nos permiten plantear, a manera de contexto, unas reflexiones sobre temas como la imaginación y o lo espiritual en la creación de la cultura y el arte.


Una obra objeto de exposición logrará trascender si perdura como huella consciente en el público que la disfruta. Ello por cuanto existe en el ser humano un lugar que pertenece a los poderes infinitos del alma y la consciencia, donde los límites de la razón no están fijos y es posible el desarrollo de un lenguaje universal en la comunicación, que trasciende la facultad de vivir. Aunque una parte importante del arte se compone de la materialización de objetos y del lugar que su forma ocupa en el espacio real, citando al filósofo Hegel, en el fondo es el fenómeno dialéctico lo que permite a la cultura crecer en los campos de la energía, el inconsciente y los sueños, que son parte integrante de un mundo del habla o del sentido del lenguaje.


Asimismo, el onirismo, la teología y la abstracción son, en gran medida, elementos que ocupan parte del conocimiento de la historia de la humanidad, allí donde la lógica de la argumentación clásica no siempre es posible; pero, aun así, existen otros límites que permiten repasar la interpretación de la consciencia y el espíritu, para entender las acciones de las personas y su creatividad, incluso desde lo paranormal. Por muchos años, distintos campos del conocimiento estuvieron bajo el dominio de la magia, la religión, el psicoanálisis, el conceptualismo, el nihilismo o la palabra; sin embargo, hoy en día, gracias al desarrollo tecnológico de la comunicación, la estética o la ciencia ficción, son frecuentemente objeto o materia de exposiciones en el mundo cultural actual.


Hoy en día, sin diferenciación de género o de raza, a estas manifestaciones culturales se les considera incluso parte del patrimonio mundial, en la medida en que son un compendio de una herencia cultural o parte integrante de la memoria inmaterial de la humanidad. Debido a su condición de patrimonio público, el derecho a tener una cultura genera una continua tensión política y social en distintas partes de la comunidad internacional y en el mundo, ante lo cual, en medio de la diversidad y la diferencia, siempre serán necesarios los esfuerzos de acuerdo y conciliación. Porque la humanidad en su transcurso histórico ha experimentado momentos continuos de división y confusión, como lo enseña, por ejemplo, la conocida leyenda bíblica de la Torre de Babel, que para algunos autores pudo tener una base histórica, cuando los seres humanos pertenecían a un mismo patrimonio cultural y se comunicaban en términos comprensibles para todos. La destrucción de la Torre de Babel sería entonces el símbolo de fragmentación de la humanidad que perdura en las tendencias hacia el separatismo, la exclusión social, la guerra continua, el ostracismo político, la diáspora y, en suma, la extinción. Según tal interpretación de la historia, a partir de ese acontecimiento nuestras civilizaciones han vivido bajo el sino de la rivalidad y la confrontación que desencadenan las guerras y que deterioran profundamente las bases estructurales de la política y de la economía y afectan la cultura en general.


En definitiva, los límites del espíritu, la imaginación y el orden paranormal son un gran poder que los seres humanos han aprendido a conocer, por ejemplo, el existencialismo de Jean Paul Sartre. El inconsciente es un lugar sin fronteras donde la inteligencia humana a veces fija la atención, entre elementos que recuerdan la magia, el devenir de los dioses, el onirismo y, desde la razón, el mundo de los sueños. Ahondar en la sabiduría de la mente sin tener reparos o previsiones, a veces siguiendo los pulsos de nuestra respiración o de las emociones, es algo que para la inteligencia humana es como el éter, un combustible del soñar.


Otro motivo de reflexión que surge de la observación de las obras a reseñar es el que tiene que ver con los problemas de interpretación del arte actual.


Un buen conocedor del medio cultural es alguien que entendería que el fenómeno del arte depende en gran medida del contexto económico, social, político, geográfico o histórico, a partir del cual la obra es concebida, y sigue un plan durante su proceso de exposición y la huella de memoria que deja la observación del público. Porque es natural y esencial al ser humano que todas sus acciones y entendimiento sean definidas por el determinismo del territorio que se habita y el código epistémico, que se aprende en la praxis de la vida. Entonces, en la exposición está siempre presente el patrimonio del lugar referente, o los discursos y movimientos gracias a los cuales ese fenómeno cultural que vemos ha podido existir. Y una gran cantidad de referentes simbólicos le permiten a la cultura poder generar mensajes y contenido, en cuanto a la significación que la obra alcanza y la repercusión que tiene en el territorio o lugar determinado, que es su contexto de ubicación.


En las galerías y centros encargados del orden cultural, los asistentes encuentran una oferta que se compone en buena parte de un sin número de tendencias, métodos, escuelas, o discursos; y que se materializa normalmente en objetos concretos como las pinturas, fotografías, esculturas, instalaciones, textos, señales o símbolos. Siempre que el público se acerca a las exposiciones para observar el compendio de obras que son seleccionadas por los galeristas y los concursos culturales, en las diferentes ciudades alrededor del mundo, hay pluralidad. Y el ejemplo exacto es la ciudad de Paris, que convoca a tantos exponentes del arte mundial y a donde llega información proveniente de todas partes del mundo, lo que hace difícil la clasificación y la comprensión de lo expuesto.


La asimilación de las exposiciones que observamos es difícil, porque las obras de arte son siempre objetos y elementos muy diferentes unos de otros, es muchísima la diversidad entre lo que se presenta, y esa es quizás la razón principal por la cual entender la cultura a consciencia es un propósito complicado. La confusión se apodera a veces de nosotros, el público, cuando no sabemos cómo hacer para entender la obra que presenciamos. Solamente en la comprensión se puede disfrutar verdaderamente la cultura de manera genuina, porque siempre hay un mensaje implícito en las obras y la razón de ser de una obra, su alma esencial que ha plasmado al artista en la imagen; es el poder comunicar ese mensaje que en ella está implícito y transmitir la información claramente al observador que la valora. Una parte de la justicia en el arte es el derecho que tiene una obra a ser entendida, aprendida o estudiada, o simplemente transmitir lo suficiente para que las personas la puedan disfrutar.


Los métodos en el arte, además de ser numerosos o incontables, y provenientes de tantos movimientos y vanguardias, también corresponden a referencias que hacen los artistas y que pertenecen a tiempos históricos diferentes al presente, y los recursos y técnicas que se usan, se componen de conocimientos que se ubican en un lugar, entre el pasado que recordamos y el futuro que imaginamos como sociedad.


Asimismo, los contextos son muy diversos, porque normalmente los artistas provienen de diferentes lugares del mundo y, como es natural, las civilizaciones y la diversidad cultural son muy distantes y cambiantes. En una misma exposición, por ejemplo, podemos ser testigos de la presencia de varios contextos muy diferentes que se alejan unos de otros, y el mensaje cultural puede ser confuso a la hora de disfrutar la presentación.


A manera de síntesis, la reflexión anterior la podemos resumir en una pregunta clave: ¿cómo hacemos para entender el mundo del arte a consciencia cuando existe tanta variedad de expresiones y movimientos culturales? Con los elementos antes aportados podríamos intentar encontrar alguna posible respuesta.


A continuación, doy a paso a la reseña sobre la obra de los tres artistas de la Cité International des Arts que expusieron en la galería The Muisca, a finales del año pasado. El examen se centra en el aporte que hacen los artistas a nuestra comunidad, y sobre cómo su fenómeno creativo se integra al proceso en que avanzamos. Tenemos en cuenta que todo cuanto ofrece Muisca en esta materia es un aporte al patrimonio que públicamente nos pertenece como comunidad que nos convoca, y que cuidamos en el derecho cultural que nos ampara en el trabajo del arte y las dinámicas de exposición y de aprendizaje. Los artistas en cuestión son: Jannatun Nayeem Prity, de Bangladesh; Simonas Gelminaukis, de Lituania; y Margot Lathière, de Francia.


La obra de Jannatun Nayee, Prity (artista, escritora y activista) sigue la referencia del derecho cultural en medio de su problema de exilio, por su militancia, como defensora de los derechos humanos y por luchar por una sociedad que pudiera gozar en general de garantías culturales y libertad de expresión. El patrimonio que ampara su creación fue perseguido y prohibido por la rigidez de un estado opresor, porque la artista pedía más elementos para practicar la libertad del espíritu y contribuir así a formar su patrimonio histórico con base en imaginación y teología participativa. Esto confrontaba la rigidez de un estado clásico, siempre en contra del derecho a la experimentación y el pragmatismo, posición desde la cual una expresión espiritual en la cultura, no tiene “permiso” de integrar el régimen de la religión ni del poder oficial. Finalmente, su trabajo cultural le ha permitido tener contacto con organizaciones que defienden los derechos humanos y por ello, Jannatun es gestora cultural y ejemplo para una sociedad que reconoce su liderazgo.


Por su parte, los cuadros de Simonas Gelminauskis tienen un estilo de impresionismo abstracto en color, que nos recuerda artistas como Jackson Pollock de Nueva York. En ellos se advierte la manifestación del espíritu en movimiento, cuando el dialogo creativo del artista le permite estudiar el pulso de sus emociones y la noción de intención está presente al decidir contenidos como formas, trazos o colores, donde la creación del artista está dominada por el control de la intuición. La fuerza de sus trazos y la imaginación tienen por resultado unas obras que consiguen la abstracción y significan emociones comprensibles, que después pueden entenderse en las sensaciones del público. Las pinturas de Simonas son dinámicas y tienen una fortaleza en el color, donde el significado de lo figurativo no necesariamente es evidente, y en los cuadros está presente la huella de su carácter y un dialogo profundo consigo mismo. La obra, en síntesis, es muy interesante y enigmática y podemos clasificarla como post- modernidad.


Por último, los dibujos-ilustración de la artista Margot Lathière son una muestra fiel a su estilo narrativo, es decir, las imágenes son creadas bajo una fuerte influencia de la palabra o los cuentos, donde el onirismo y el discurso consciente ocupan un lugar que habita entre los recuerdos de la prosa y la poesía visual. Su expresividad es sencilla y utiliza unos materiales que le permiten tener elegancia en los trazos; y son dibujos de figuras en el espacio claro de la hoja y fragmentos de oro en el papel. En el Japón y el Asia en general, existía un trabajo de muchísima reputación, como era el de los fabricantes de sellos e ilustraciones y las referencias de Margot Lathière cobran mucha importancia con tal referencia cultural, al ser instrumentos que se utilizan en la certificación estética, y también por la creación de un sin número de imágenes que alimentan el mundo de los sueños y la narración. Puede decirse entonces que su trabajo es un camino hacia la lógica de la imaginación y la belleza, que es propio del arte esencial.


Juan Camilo Barón Cifuentes

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