Una de las características principales del arte contemporáneo (segunda mitad del siglo XX hasta hoy) es su diversidad, en la medida en que abarca una amplia variedad de formas y disciplinas en la producción creativa. Esa diversidad se manifiesta esencialmente como formas diferentes de desarrollo artístico y cultural, producto del desarrollo desigual de las sociedades contemporáneas en sus procesos económicos, políticos y sociales determinados por la evolución asimétrica del capitalismo como forma predominante de producción en el mundo actual.
Durante diferentes periodos del siglo XX, a la luz de la interpretación de los procesos de dialéctica y el dinamismo social, la humanidad avanzó hacia una transformación definitiva de la sociedad moderna o más precisamente contemporánea. Hay que tener en cuenta que, en la evolución de la cultura occidental, la época de la Modernidad (siglos XV a XVIII) fue superada históricamente cuando empezó a reproducir las mismas crisis que experimentó el arte tradicionalista, porque lo moderno, aunque vencía muchas de las imposiciones y el estado de rigidez de los patrones clásicos, seguía siendo aún en su seno, el reflejo que ese régimen de imposición siempre ha sido: un sistema de control en la estética.
En general, en diferentes países y regiones, la sociedad ha seguido procesos globales de desarrollo donde la transformación y la transición han experimentado un fenómeno internacional de integración en áreas del conocimiento y del patrimonio del saber. El problema central, como lo explica Fredric Jamenson en su tesis sobre el “Capitalismo tardío en el arte”, consiste en que en las diferentes regiones y zonas alrededor del mundo, los procesos de desarrollo nunca han tenido el mismo nivel de progreso, sino que siempre persiste la desigualdad.
En los países industrializados, por ejemplo, donde se ha mantenido desde los inicios del capitalismo un estado de avance continuo de ese régimen económico y donde el progreso de los procesos técnicos alcanza niveles de desarrollo científico de primer grado, al servicio del bienestar de toda la sociedad civil. Sin embargo, las demás regiones normalmente muestran situaciones estructurales de atraso y déficit estructural en sus economías, y donde el capitalismo no ha sido autosuficiente ni capaz de garantizar condiciones de vida distintas a la explotación y la pobreza para la mayor parte de la sociedad.
La tesis del capitalismo tardío explica entonces, que ese balance de desigualdad ha traído como resultado una serie de fenómenos mundiales en las sociedades civiles, donde la condición del orden social es irregular y donde la evolución de las fuerzas económicas y políticas se da entre situaciones de superávit en unos casos y de déficit en otros. Pero nunca esas situaciones logran reflejar bien o en forma coherente el estado de la situación social, la persistencia de las crisis y el malestar generalizado en muchas sociedades.
Es por esta razón que se habla de un contrapunto desde la teoría cultural, donde existen versiones de contradicción y diferenciación entre las posiciones del arte contemporáneo, porque este no puede entenderse al margen de esas realidades. El contexto cultural define en muchos términos la identidad, el carácter y el entendimiento de que una sociedad está demarcada por el determinismo, y no hay independencia o libertad en la creación, ya que el medio cultural define la postura de los autores y los discursos.
En el artículo anterior planteamos una idea que ahora retomamos para este texto. La revolución industrial surgió a finales del siglo XVII y dos siglos después se desarrolló la teoría de epistemología social como una teoría mayor. El periodo anterior a la revolución industrial estaba mayoritariamente dominado por las áreas del humanismo y la biología, cuando se creía que la cultura y el entendimiento eran la piedra angular en el orden estructural de todo cuanto existía: el estado, la medicina, y la ciencia. En esa época fue la crisis del humanismo y la biología, cuando el ser humano se hizo dependiente de los discursos, de las relaciones de poder y de la entidad biológica, condición de la cual no se podía escapar. La crisis del humanismo y la biología coincidió con una situación generalizada de atraso y pobreza y en las ciudades y regiones, se propagaron las enfermedades y las epidemias que vinieron a sumar más malestar a las penurias ya existentes.
Con el desarrollo posterior de la revolución industrial (siglos XVIII-XIX) se desarrolló también una teoría industrial, con la cual podemos llegar a entender por qué la cultura delimitó el desarrollo técnico-científico al servicio de áreas como el diseño, la publicidad, la arquitectura, la cinematografía entre otras. La teoría del diseño, por ejemplo, no es lo mismo que la teoría e historia del arte, pero aun así hay un lugar común donde el dinamismo y la dialéctica en un sector va a afectar siempre a los demás sectores en su ejemplo referente.
Desde nuestra competencia, el pensamiento formal y la arqueología del objeto es una disciplina que es revolucionaria en cierto sentido. Gracias al pensamiento técnico-científico fue posible la consolidación de disciplinas como el diseño, la publicidad y la teoría de la comunicación. Como era el mundo antes del internet, la radio y la televisión, o también las ciudades, que cambiaron mucho a partir de la creación del automóvil, el avión, los barcos y los vehículos a motor. Evidentemente, el desarrollo de las maquinas en formas, objetos y procesos industriales ha cambiado radicalmente la cultura, al punto que la historia actual está definida y fundada sobre unas bases que son muy diferentes hoy de la perspectiva de los años que tiene la humanidad en conocimiento, tradición y herencia cultural, e incluso de la biología.
Una perspectiva que se aparta del vínculo tan cercano que siempre ha existido entre la cultura y la condición humana, en su sentido más comúnmente referente, es una reflexión en torno de la importancia del objeto y la forma en el compendio cultural. Esta escuela de pensamiento en diseño e historia del arte es un compendio que reúne varias problemáticas sobre cultura. Si recordamos a Nietzsche en el sentido de que todo lo que existe en el mundo es de cierta manera humano, o ha sido creado por lo humano, surge el problema de que esta interpretación, mayoritaria en cultura y en historia del arte, es entonces una condición netamente antropocéntrica.
Arte y cultura han encontrado la forma de matizar este problema detrás del espíritu, la sensibilidad por el color, la percepción, la genética y el patrimonio hereditario, entre otras categorías. Pero en términos del conocimiento cultural estable, podemos decir que uno de los grandes talones de Aquiles que tiene la cultura es que es en gran medida una manifestación del antropocentrismo en el universo.
En la historia contemporánea, muchos pensadores artistas e intelectuales han intentado vencer este estigma paradoxal, que fue uno de los temas más presentes en el mundo durante el siglo XX, incluyendo todas sus crisis y guerras. Por esta razón, la sociedad actual vive apegada al maquinismo y como sociedad técnica industrial, tiene la sensación de que esa condición de alguna manera le conviene al ser humano para reponer su imperfección, para curar o para que sirva de prótesis en la enfermedad. Y es una herramienta en el sentido hermenéutico, que le permite pensar fácilmente sin necesariamente exigir su criterio, cuando ya existen métodos aprobados y bienes que le sirven a la humanidad en su aprendizaje. El ser humano no solamente es frágil, sino que tiene una tendencia hacia la autodestrucción y la crisis, porque la conciencia es algo que se lastima a sí misma y manifiesta su propia violencia y agresividad en su contra y a veces en su entorno.
Otra perspectiva del análisis es sobre cómo la teoría del folclore y el nuevo humanismo encontró un lugar en medio de esa crisis cultural que es la sociedad internacional o globalizada. Los países del Medio Oriente, o de Asia, o como la India, encarnan tradiciones que tienen históricamente un registro sistémico de métodos incluso anteriores a los del mundo occidental, países donde justamente la religión católica, o judeo-cristiana, no ha tenido un lugar tan prioritario como en occidente, y donde el antropocentrismo estatista no tiene tal grado de dependencia del poder ni las de las civilizaciones. En ese contexto, por ejemplo, la naturaleza ocupa lugar en el mundo sin depender de la biología, dios sin depender de la teología, la sociedad sin depender de la política y, en fin, la salud sin depender de la medicina.
Algunas de esas sociedades tenían ya un conocimiento ancestral importante, y su trayectoria era relevante al momento en que el dinamismo y la dialéctica tuvieron alcance mundial y el fenómeno contemporáneo se extendió; y por tanto, eran ya civilizaciones autónomas que no tenían un grado mayor de dependencia política ni económica. Su independencia nacional les permitió entonces profundizar en su identidad y evolucionar hacia una condición mayor de la que ya tenían para ese momento, hasta el punto en que su folclor ocupa actualmente un lugar de reconocimiento importante en el capitalismo mundial, y está previsto que ocuparán un lugar destacado como primeras potencias de orden político y económico.
En el caso de los países emergentes, a pesar de numerosas referencias que tenemos, ignoramos, por ejemplo, información de sus dioses y de su trayectoria y evolución desde sus orígenes. Cuestiones como los estudios del color, la magia en el cuidado del espíritu, el amor a la naturaleza y el lugar del ser humano en la historia; así como los métodos en economía y cultura, son suficientes para suplir sus necesidades en educación y ciencia, y por esa razón no dependen tanto del primer mundo. Gracias a esos métodos, el naturalismo encontró un lugar en el conocimiento, como el pensamiento cósmico.
Siguiendo la teoría cultural del mundo contemporáneo, podemos decir que su método sirvió para crear el post-humanismo, y su desarrollo alcanzó el estructuralismo técnico, cuyos conocimientos son muy competentes en muchas áreas y no solamente en el de la cultura.
Finalmente, cabe agregar que esta problemática es importante para la historia de la cultura, porque gracias a su estudio y análisis ha sido posible el surgimiento de nuevas disciplinas que han contribuido a la transformación de la humanidad, al progreso social y a los avances en la ciencia aplicada.
Juan Camilo BARÓN CIFUENTES
The Muisca - Galerie d'art à paris
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